La lactancia materna exclusiva es una de las maneras más eficaces de asegurar la salud y la supervivencia de los niños y niñas; aporta los nutrientes que necesitan para su crecimiento y desarrollo desde el punto de vista emocional, asegura tanto el vínculo madre – hijo(a) como el surgimiento del apego seguro.
A mediano y largo plazo, los niños que no son amamantados, tienen mayor riesgo de muerte súbita del lactante y de muerte durante el primer año de vida, así como también del padecer infecciones gastrointestinales, respiratorias, urinarias, dermatitis atópica, alergia, asma, enfermedad celíaca, enfermedad inflamatoria intestinal, obesidad, entre otras.
Es importante que el recién nacido inicie el contacto piel con su madre en la primera hora de vida porque no solo ayuda a regular la temperatura corporal del recién nacido, sino que el inicio de la lactancia en la primera hora de vida aumenta la probabilidad de seguir amamantando, amplía la duración de la lactancia y mejora las tasas de lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida.
Recuerda, es importante ofrecer el pecho a “libre demanda” siempre que el bebé lo requiera y el tiempo que él o ella quiera. La leche no se “acaba”, cuanta más toma el niño o la niña, más produce la madre.
Escrito por: Enfermera jefe, Edna Isabel González Bueno.